miércoles, 8 de marzo de 2017

Guayama y el sureste de espaldas a la pared (Reflexión).

Hace unos días caminaba por mi pueblo, tal como lo hago varias veces a la semana para visitar el banco, hacer gestiones y resolver asuntos de mi vida profesional. Ese hecho, visto así, parecería algo normal del diario vivir. Sin embargo, al observar con detenimiento como la actividad comercial es más escasa cada día, se advierte que el futuro económico no anuncia nada agradable, y el paisaje pueblerino se torna sombrío. La calle Calimano, antes la principal vía comercial del pueblo, ahora parece un terreno desolado, dónde algunos valientes comerciantes hacen mucho con poco para echar hacia adelante sus negocios. Mientras eso ocurre, vemos como cada día hay mas espacios comerciales vacíos y menos tráfico comercial. De esa tendencia mantenerse, ya pronto no habrá un sólo establecimiento comercial sobreviviente. Toda esta estampa choca con una realidad que es francamente desoladora: esa es la misma situación por la que pasan la mayoría de los pueblos de la isla y no hay iniciativas concretas, más allá de la retórica, de estímulo a la revitalización de los cascos urbanos en el panorama gubernamental. La pregunta obligada es ¿qué hacer entonces para revertir esa tendencia? Para respondeer esta pregunta hay que plantearse muchas variables, entre ellas: capital privado disponible, los programas gubernamentales dirigidos a desarrollar el casco urbano, estado del mercado de empleo en el área, etc. 

De salida, es una inferencia razonable, que dada la situación económica actual, el capital privado disponible sea escaso; lo cual, sin duda, es un problema difícil de resolver en el corto y mediano plazo; esto así dado que desarrollar ese capital puede tomar años. De otro lado, al no existir iniciativas de desarrollo de los cascos urbanos por parte del gobierno la situación inmoviliza cualquier iniciativa.

Un posible forma de atender la situación es  reconocer que los centros urbanos necesitan repoblarse para su desarrollo; esa repoblación tiene que ser de gente viviendo en ellos. Una vez repoblados debe generarse el comercio pequeño que supla las necesidades de ese sector. Para lograr esto es necesario estimular la inversión en conservación y reparación de la infraestructura ya existente y desarrollo de nueva infraestructura de acuerdo a códigos de construcción que no alteren, en los casos que aplique, el diseño original de esos centros urbanos. El gobierno central tiene que coordinar ese desarrollo con los municipios. Desarrollar pequeñas industrias de producción debe ser parte integral de ese esfuerzo. Industrias que vayan desde la producción de cervezas artesanales hasta la de reparación de productos que de ordinario tiramos a la basura por que nadie los arregla, por ejemplo: enseres electrodomésticos, zapatos, ropa y cualquier cosa que pueda ser reutilizada. Esto son solo ejemplos de cosas que podemos hacer en favor de crear una clase industrial pequeña, que, debidamente establecida pueda continuar creciendo. La producción es lo que genera riqueza y esa producción puede comezar a desarrollarse a pequeña escala.

La economía puertorriqueña, para el ciudadano de a pie, poco a poco a llegado al punto en en que la capacidad de consumo es mucho menor que hace 20 años; estancamiento en los salarios; disminución del poder adquisitivo de la moneda y una desigualdad social sin precedentes en la historia contemporánea. Razones cómo está requieren una reconceptualización de nuestros patrones de consumo y de nuestra visión de como queremos desarrollar este pueblo. El gasto excesivo ya probó que no es una práctica sana, ni gubernamental y mucho menos en lo personal. Esa idea de gastar, o más bien derrochar, tiene que ser erradicada de nuestras mentes y volver a los pasos básicos de ahorrar y fomentar esa práctica en cada etapa de la vida. La utilización del crédito como mecanismo fundamental de desarrollo tiene que venir acompañada de una política de capitalización mediante el ahorro y acumulación de capital. 

El estímulo del ahorro y el buen juicio en el gasto deben ir de la mano con esa política de repoblación de los cascos urbanos. Pero más allá de todo esto, tiene que haber un plan concreto, tanto del gobierno central, como del gobierno municipal, para atender esta situación; situación que si no se atiende se puede tornar en desastre incorregible.

Ya no podemos postergar el trabajo que esto requiere, llegó el momento de actuar. Creo que nuestros líderes tienen la responsabilidad histórica y moral de poner manos a la obra.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario